Los seres humanos tenemos en general la mala costumbre de hacer las cosas como si fueramos a vivir 1000 años. Dejamos lo realmente importante para más adelante; mañana llamo a mi amigo, mañana visito a mi mamá, mañana le digo a mi pareja que la amo, mañana juego con mi hijo/a. El problema es que puede ser que ese mañana, nunca llegue.
Hoy vivimos más «ocupados» que nunca, cada vez tenemos menos tiempo libre para disfrutar de la vida, de pasar tiempo con las personas que queremos, de disfrutar esa deliciosa comida sin atragantarnos porque se nos hace tarde para volver a trabajar.
No tenemos la vida comprada, ni nosotros ni ninguno de los que nos rodea. En cualquier momento un accidente, un infarto, una enfermedad puede terminar con todo. Y ya no habrá tiempo para llamar a tu amigo, ni para visitar a tu mamá, ni para decirle a tu pareja que la amás, ni para jugar con tu hijo/a.
La vida pasa muy rápido y lo único cierto que tenemos es el ahora. Así que dejá el teléfono, hace a un lado tus ocupaciones, disfrutá con calma esa comida, ese café, esa charla con amigos o con tu pareja, esa visita a tu mamá, ese juego en el parque con tu hijo/a. Puede que esta sea la última vez.